En su nueva novela, Marcuse elige un edificio, «El palacio», para ofrecernos una muestra de los personajes que habitan la ciudad; los reconocemos por sus cualidades, sus vicios, sus acciones y sobre todo, por sus mentiras.
Pero el autor también se da el gusto de «menearlos» como marionetas en una realidad imaginada y en una imaginación real. Es difícil descubrir quién es el protagonista principal del libro: ¿la gorda, el judío, el abogado, los muebles del tercer piso, el periodista, la sorda, el homosexual, el ascensor, la ninfomaníaca o el edificio mismo?.
Los objetos son simples observadores de la inútil agitación humana. No emiten juicios, pero su silencio dice mucho. Cada lector sacará sus propias conclusiones.